Entre guiones, novelas y pesadillas: el universo de Sandra Becerril
- Gustavo Valdivia
- 2 jul
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 2 jul
En el vasto y a veces oscuro mapa del terror latinoamericano, el nombre de Sandra Becerril brilla con una intensidad única. Escritora, guionista, docente y pionera del género en México, su obra no solo desafía los límites de la imaginación, sino que también dialoga con los horrores reales que atraviesan nuestra historia y nuestra sociedad.
Desde festivales internacionales hasta adaptaciones cinematográficas, su voz se ha vuelto esencial para entender cómo el miedo puede ser un vehículo narrativo poderoso, poético y profundamente humano.
Entre viajes, rodajes y manuscritos, logramos conversar con Sandra para hablar sobre su visión del género, sus nuevos proyectos y las experiencias que han marcado su carrera.
Sandra, primero que nada, gracias por conversar con nosotros. Sabemos que estás siempre entre guiones, libros, festivales… ¿Cómo encuentras tiempo para todo?

Gracias a ustedes, siempre es un placer platicar con amigos que quiero tanto.
Es cuestión de organización. Despierto muy temprano y tengo un plan diseñado para cada día. Si algo me cansa, por ejemplo, escribir un guion, tengo tareas pendientes y divertidas como revisar trabajos de mis alumnos, corregir mis novelas o responder entrevistas como esta. Intento que lo que hago siempre sea entretenido para mí. Además, elijo bien las actividades que acepto realizar.
Has sido pionera en tantos frentes: desde novelas, pasando por cine, hasta festivales.
¿Cómo ves hoy el panorama de la literatura mexicana y latinoamericana, especialmente en el género de terror?
Me siento positiva respecto a la expansión del terror. La literatura en nuestro género y países está en constante evolución. Antes explorábamos otros temas como el realismo mágico, hoy se habla más de miedos arraigados en la realidad social y cultural del continente, a menudo fusionando elementos fantásticos con problemáticas como la violencia política, la represión, la desaparición forzada y otros horrores históricos y contemporáneos, explorando su impacto en la psique individual y colectiva.
Nuestro terror continúa expandiendo sus límites ofreciendo una perspectiva crítica sobre la realidad latinoamericana.
¿Recuerdas el primer momento en que sentiste que el miedo podía ser bello, incluso poético? ¿Qué te llevó a abrazar el terror como género principal?
El terror es el género más divertido que existe, nunca he tenido duda al respecto. Tendría ocho años cuando leí “Aura” de Carlos Fuentes y descubrí que los ruidos de la casa que describe eran los mismos que sentía en la mía, las grietas en sus paredes eran parecidos a mi casa. Me divertía descubrir similitudes con la realidad. Y en la televisión con “La Hora Marcada”, un programa que veíamos en familia a la hora de la cena me hizo amar el género porque era algo que disfrutaba con la gente que más amo.
Abrazo el género porque los personajes les dieron voz a mis miedos. El horror me llena de motivos. Escribo historias por eso, para exaltar la imaginación de los lectores.
Muchas personas te identifican con el terror, pero ¿hay alguna historia que hayas escrito en secreto, que no encaje en ese género… y que aún no te animes a publicar?
Tengo varios guiones que no son de género que han sido filmados, por ejemplo, las series “Amorcito corazón” o “Remix”, que es un musical. Ambos dirigidos por Alfredo Gurrola.
Pero sí, tengo uno que escribí hace veinte años más o menos, de amor. Creo que todos hemos escrito algo de amor en alguna ocasión. Confieso que no es lo mejor que he escrito, debe ser terrible, pero tampoco puedo saberlo o publicarlo porque no sé dónde está guardada esa novela. Hace un par de años perdí documentos de un disco duro y supongo que estaba ahí.
En tu experiencia como guionista y escritora, ¿cómo cambia la historia cuando pasa del papel a la pantalla? ¿Qué se gana y qué se pierde en ese proceso?

Del papel a la pantalla se gana ser más visual. Todo lo que se escribió para interiorizar al personaje ahora debe verse. Es un reto. Se gana ser más conciso con las historias y, por lo general, quitar toda la paja que puede leerse muy bien en una novela pero que a veces sobra y nos negamos a reconocerlo.
Se pierde también un poco de la visión del novelista, que nunca será igual a la película, aunque seamos nosotros mismos quienes hagamos la adaptación. Se pierden también personajes que no aportaban tanto a la acción.
Has sido jurado en decenas de festivales. ¿Qué valoras cuando ves una obra de terror o fantasía? ¿Qué debe tener una historia para atraparte de verdad?
Lo primero en lo que me fijo es en el trabajo del guion. Es esencial para tener una buena obra. Se agradece que no todo esté explicado con diálogos, que el mundo que construyeron sea verosímil, aunque esté fuera de nuestra realidad, y que el realizador tenga conocimiento de las reglas del género. Si las va a romper debe conocerlas antes.
Debe tener personajes humanos, es decir, con defectos y virtudes. No me atraen los personajes 100% buenos o malos porque no somos así.
Me gustan las historias atrevidas, que llevan a sus personajes al extremo para que conozcamos de qué son capaces.
A propósito de esas conexiones internacionales… tu vínculo con Mick Garris, el legendario creador de Masters of Horror, y con Stephen King ha llamado mucho la atención. ¿Cómo fue ese acercamiento y qué aprendiste de ellos?

Hace veinte años Mick fue jurado de un festival donde estaba mi primera película. Ahí lo conocí y nos hicimos muy amigos. Él me invitó a las cenas legendarias de Masters Of Horror, de ahí surgió la idea de Nightmare Cinema. Y en una de esas cenas conocí a RC Matheson, quien es una de las personas que más quiero en el mundo, él me presentó a King, le llevó una de mis novelas que traduje para él.
Luego Mick me invitó a adaptar una serie basándonos en un cuento de Steve. No sucedió nada con la serie porque llegó el COVID y se canceló el proyecto, pero me dejó vínculos invaluables.
Aprendí todo con ellos, en especial con RC y con King, me han contado historias fascinantes de sus inicios desde que tenían un grupo de rock en conjunto (RC toca la batería y Steve la guitarra), cada plática es para mí una clase de narrativa y de terror. Incluso tengo un libro donde incluí un capítulo de Mick, otro de RC y otro de Steve, se llama “Sin Miedo a las palabras”, lo escribí para que los consejos de estos maestros del terror no se pierdan y pueda compartirlos con quien quiera mejorar sus historias.
Acabas de publicar Carnaval Diabólico, ¿qué nos puedes contar sobre esta historia? ¿De dónde surgió la idea y qué mensaje o atmósfera quisiste transmitir con ese título tan sugerente?

Es una novela que escribí durante un viaje al festival “Rosario Castellanos” en Comitán, Chiapas, México. Me sucedió como a la protagonista de la novela: Me invitaron a dar una charla sobre la escritura del género de terror, y cuando llegué descubrí que mi avión no saldría al día siguiente, sino varios días después.
Eso me dio la oportunidad de empaparme bien del lugar, al que ya había ido en otras ocasiones también invitada a festivales literarios, conocer las leyendas, aprenderme las calles y a construir la atmósfera perfecta para la historia de Chloe. Ya tenía la tenía en mente, solo que no sabía dónde ubicarla. En este caso Chiapas y sus leyendas mayas se convirtieron en un personaje vivo de la novela que es la cincuentava que me publican.
Poco después adapté del guion que ganó el concurso Blood Window/Ventana Sur en Argentina, el premio más importante de guion de terror de nuestro continente. En este momento se está filmando por la casa productora Del Toro Films. Y, como una conspiración de infinitas influencias, es también mi guion filmado número cincuenta.
La realidad es que se titulaba “Todos tus miedos”, pero Néstor Sotelo, el director de la película, sugirió el título de “El Carnaval Diabólico”, y a mi editora en Hachette Livre le encantó, porque todo sucede en un carnaval dirigido por el diablo.

¿Qué consejo le darías hoy a una escritora o escritor joven de Latinoamérica que quiere dedicarse al terror, pero siente que es un camino solitario o poco valorado?
Que crean en ustedes. Lo más difícil del mundo es creer en uno mismo. Y que recuerden que todas las historias ya fueron escritas, pero el valor de las nuestras somos nosotros, nuestro estilo, nuestros miedos. Nadie los siente como nosotros, nadie los va a narrar igual.
Que investiguen, que estudien, que escriban el género que les apasione, que les llene, no hacerlo por moda. Escribir siempre es solitario. Pero el resultado es para todos los que podrán tener la historia en sus manos.
Finalmente, ¿qué te asusta hoy? ¿Qué te sigue motivando a escribir terror?
Me asusta el olvido. Olvidar lo que fue mi vida o que me olviden sin dejar rastro en la tierra. Imagínate, tanto que buscamos la inmortalidad por nuestras acciones, ser imperecederos, para despertar un día y descubrir que nadie te recuerda.
Me motiva contar historias. Me gusta asustar.

Lo mejor que me puede suceder es que llegue algún lector/espectador y me diga que no pudo dormir por algo que escribí porque creyó que podría sucederle. Eso es la mayor motivación de todas. ¡Muchas gracias!
Hablar con Sandra Becerril es abrir una puerta al mundo donde el miedo se transforma en belleza y las palabras son herramientas para sobrevivir y entender lo inexplicable. Con una lucidez admirable, nos recuerda que el terror, lejos de ser un rincón marginal de la literatura, es un espejo brutal y fascinante de nuestra identidad colectiva.
Tras esta conversación, entendemos que Sandra no solo escribe, si no conjura memorias, respira temores y los convierte en relatos que resisten al olvido

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