Del Caos a la Creatividad: La Travesía de Nico Onetti hacia el exito Internacional

En los últimos años, el cine de género latinoamericano ha ganado una fuerza inusitada en la escena internacional y nombres como el de Nico Onetti son protagonistas indiscutibles de este fenómeno.

Director, guionista y productor, Onetti ha sido una figura clave en la consolidación de una identidad fantástica propia desde el sur del continente. En esta entrevista, conversamos con él sobre el panorama actual del cine de horror a nivel mundial y el impacto de su última película 1978.

PANORAMA DEL CINE MUNDIAL Y LATINOAMERICANO

Como realizador con proyección internacional, ¿cómo describirías el estado actual del cine de género a nivel mundial? / ¿Sientes que el cine latino ha logrado consolidar una identidad propia dentro del género fantástico a nivel internacional?

El cine de género, y en particular el latinoamericano, está viviendo un momento de muchísima fuerza. Me parece que, en los últimos años, logramos construir una identidad propia, con propuestas originales, arriesgadas y sobre todo con una mirada muy nuestra, muy local, que al mismo tiempo conecta con públicos de todo el mundo. Es un gran momento porque ya no se nos ve como una rareza o una excepción dentro del mercado internacional, sino como una corriente sólida, con directores, directoras y productores que vienen marcando tendencia en festivales y plataformas. Me entusiasma formar parte de este movimiento y ver cómo seguimos creciendo y ocupando espacios que antes parecían imposibles

¿Hay algún género o tipo de historia que todavía no exploraste y que te gustaría abordar próximamente?

Con mi hermano Luciano siempre nos gustó explorar distintos subgéneros dentro del terror. Empezamos haciendo giallo italiano, después incursionamos en el slasher, y más recientemente trabajamos con temáticas de culto satánico, mezclando lo histórico con lo político. Ahora estamos por dar un paso más y abordar el género paranormal, que, si bien ya lo hemos producido, todavía no lo dirigimos de manera directa. Nos interesa seguir ampliando el espectro, sin quedarnos en una sola fórmula.

Desde tu experiencia, ¿cuáles son las principales diferencias que ves entre la producción de cine de género en Latinoamérica y en otros continentes como Europa o Asia?

En cuanto a la diferencia entre producir cine de género en Latinoamérica y hacerlo en otras regiones como Europa o Asia, creo que hay una característica muy marcada: en Latinoamérica aprendimos a filmar con presupuestos mínimos. Estamos acostumbrados a resolver con lo que hay, a buscarle la vuelta, a ser creativos desde la limitación. Eso nos obliga a desarrollar un músculo distinto, más flexible, más artesanal, y creo que esa urgencia termina generando propuestas muy potentes.

¿Crees que el cine latinoamericano está logrando competir de igual a igual en términos de calidad y propuesta dentro del circuito global?

En Europa, por ejemplo y especialmente en países como España, todavía existe una estructura más rígida en cuanto al financiamiento. Es muy difícil filmar por menos de un millón de euros, lo que hace que muchos proyectos tarden años en concretarse —o directamente queden en el camino. En cambio, en Latinoamérica estamos tan acostumbrados a la incertidumbre económica, que compensamos la falta de recursos con pasión, talento y una necesidad vital de contar historias.

¿Qué lugar ocupa hoy el horror latino en el mapa del cine mundial? ¿A qué crees que se debe el creciente interés por nuestras historias?

Sin dudas el cine latinoamericano está logrando competir de igual a igual en términos de calidad y propuesta dentro del circuito global. Y particularmente el terror latinoamericano está ocupando un lugar cada vez más destacado a nivel internacional. Lo estamos viendo en festivales, en plataformas, en medios especializados. Somos una fuerza creativa real.

Con el estreno de 1978, por ejemplo, muchos medios empezaron a hablar de una “nueva ola” del terror argentino, comparándola con lo que pasó en su momento con el cine de género en Corea del Sur o en Francia. Y la verdad es que eso nos llena de orgullo. Sentimos que estamos siendo parte de un movimiento colectivo, donde hay muchas voces, muchas propuestas distintas, pero con algo en común: una identidad propia que resuena más allá de las fronteras.

SOBRE 1978 Y SU IMPACTO INTERNACIONAL

1978 ha recibido numerosos reconocimientos. ¿Qué crees que tiene esta película que conecta tan bien con audiencias de distintos países?

Estamos realmente muy contentos con todo lo que viene generando 1978. Desde su estreno latinoamericano en el Santiago Horror, donde obtuvo cuatro premios, hasta su premiere mundial en paralelo en el Festival de Sitges, la película no paró de moverse. Al día de hoy, lleva más de 65 selecciones oficiales y ha ganado más de 33 premios internacionales. Eso nos hace pensar que hay algo en la propuesta que realmente conecta con el público de afuera. Y creemos que ese “algo” tiene que ver con lo distinto, lo original.

¿Qué tan desafiante fue recrear una atmósfera de época desde lo visual y narrativo, sin caer en lo meramente nostálgico o aterrador?

Fue un proyecto muy desafiante, tanto desde lo visual como desde lo narrativo. Tuvimos que construir una atmósfera muy particular, muy opresiva, y al mismo tiempo sostener un ritmo que mantuviera al espectador atrapado. Pero ese tipo de desafíos son justamente los que nos motivan como artistas. Nos gusta tomar riesgos, salirnos de lo cómodo, y 1978 fue eso: una apuesta fuerte, pero profundamente satisfactoria.

¿Cómo fue el proceso creativo detrás de 1978? ¿Qué te motivó a contar esta historia en particular?

1978 es la primera película de terror argentina ambientada completamente dentro de la dictadura militar. Ha habido menciones o referencias al contexto en otras pelis, pero acá la historia transcurre el 100% del tiempo en un centro clandestino de detención. Y a eso le sumamos una trama de culto satánico. Son dos universos que se cruzan y potencian: el horror real con el horror sobrenatural. Siempre decimos que hacer 1978 fue como hacer terror dentro del terror.

¿Qué sentiste cuando supiste que 1978 sería parte del catálogo de HBO? ¿Cómo fue ese camino hasta llegar a una plataforma tan masiva?

Cuando supimos que 1978 iba a formar parte del catálogo de HBO, fue una de las noticias más lindas que recibimos en nuestra vida. Fue el resultado de un trabajo enorme, de un equipo gigante que dejó todo desde el primer momento. Desde que surgió la idea, pasando por la preproducción, la escritura del guion, el rodaje, el circuito de festivales, el estreno comercial en cines… y llegar finalmente a HBO, una plataforma que veíamos de chicos, que siempre fue sinónimo de calidad y que nos inspiró a hacer lo que hacemos hoy. La verdad, fue una noticia espectacular.

FESTIVALES, DISTRIBUCIÓN Y BLACK MANDALA FILMS

Como CEO de Black Mandala Films, ¿qué criterios tienes al momento de elegir proyectos para coproducir o distribuir?

Desde el rol de CEO de Black Mandala, a la hora de elegir qué proyectos vamos a coproducir o distribuir, cada vez nos estamos volviendo más exigentes —como creo que pasa con todos con el tiempo—. Buscamos propuestas que tengan una calidad artística sólida, pero también que sean viables e interesantes desde lo comercial.

¿Qué consejos darías a realizadores que buscan mover sus películas en festivales internacionales o acceder a plataformas globales?

A los nuevos realizadores les diría justamente eso: que apuesten fuerte a los festivales internacionales, porque hoy son una herramienta clave para crecer, mostrarse y posicionarse en esta industria.

La mirada de Nico Onetti no solo confirma que el cine de género latinoamericano está atravesando un gran momento, sino que también revela un espíritu colectivo dispuesto a romper moldes y fronteras. Con una filmografía en constante evolución y un compromiso férreo con la creatividad y la industria, Onetti representa una generación de realizadores que, desde lo local, dialogan con el mundo entero. Una voz potente dentro de un movimiento que, lejos de apagarse, apenas comienza a desplegar todo su potencial.